Hasta su introducción en las bandas, la música tradicional se había ejecutado de manera empírica entre los grupos de gaiteros y en los bailes cantados. La teoría estaba circunscrita a la enseñanza y al aprendizaje de los ritmos de origen europeo. Los primeros criollos que impulsaron estos ritmos en las bandas fueron los maestros Manuel Zamora, Antonio Cabezas y Manuel Dechamps, quienes indirectamente sentaron las bases para el desarrollo instrumental del porro.Aunque el porro ha sido un ritmo cultivado en toda la costa atlántica, y en Córdoba muchos pueblos como Lorica, Cereté, Ciénaga de Oro, Montería, San Antero contaban, al igual que San Pelayo, con una rica tradición musical, fue aquí en este último pueblo, en donde este ritmo evolucionó hasta convertirse en una expresión musical nueva, con características muy peculiares.¿Por qué en San Pelayo? Ello podría encontrar explicación en el hecho de que en esta población se conjugaron dos factores importantes. Pues si bien es cierto que muchos pueblos contaban con sus propias bandas populares, en San Pelayo se crearon bandas, y también se cultivó la teoría musical como en ninguna otra parte. No bastaba únicamente con los instrumentos metálicos para el desarrollo cualitativo de este ritmo popular. No quiere decir lo anterior que los músicos de otros pueblos no hubiesen estudiado teoría musical, sino que fue San Pelayo en donde este hecho adoptó una forma más organizada, que contó con la dirección de dos de los músicos más grandiosos que ha dado el departamento de Córdoba y el otrora Bolívar Grande: Alejandro Ramírez Ayazo y Pablo Garcés Pérez. De ahí que Ciénaga de Oro, pueblo de músicos talentosos y en donde también se estudió la música con dedicación, se dispute con San Pelayo la cuna del porro.
Hoy en día no existe certeza acerca de la paternidad de los más bellos porros pelayeros que empezaron a sonar en la primera década de este siglo. Clásicos tales como María Varilla, El binde, La mona Carolina, Sábado de gloria, El gavilán, El sapo viejo, Lorenza, El pájaro montañero, entre otros, se atribuyen popularmente el ingenio de Alejandro Ramírez. Es poco probable que estos porros de gran calidad, grabados por varias casas disqueras, sean como algunos afirman, el producto de una supuesta creación colectiva espontánea.
Su calidad muestra que son el resultado de una sólida formación musical.
A lo anterior hay que agregar una rica inspiración surgida de condiciones de vida estrechamente ligadas a la naturaleza. Se cuenta en San Pelayo que Alejandro Ramírez compuso el porro El pájaro montañero cuando viajaba a otro pueblo con su banda de músicos. En el trayecto, escuchando el canto de este animal, empezó a componer la pieza, que es una de las más apreciadas del repertorio de porros. María Varilla, quizá el más bello de todos, y que ha sido consagrado por el pueblo de Córdoba y Sucre como su himno regional, fue inspirado por una legendaria bailarina que recorrió pueblos, veredas y caseríos danzando infatigable durante días y noches seguidos al son de los fandangos. No tuvo par ni en el baile ni en el amor. Agotaba bailarines y velas y murió dramáticamente como los buenos personajes que hacen leyenda, por bañar con agua fría su cuerpo impregnado del calor de las velas y del fandango.
Su calidad muestra que son el resultado de una sólida formación musical.
A lo anterior hay que agregar una rica inspiración surgida de condiciones de vida estrechamente ligadas a la naturaleza. Se cuenta en San Pelayo que Alejandro Ramírez compuso el porro El pájaro montañero cuando viajaba a otro pueblo con su banda de músicos. En el trayecto, escuchando el canto de este animal, empezó a componer la pieza, que es una de las más apreciadas del repertorio de porros. María Varilla, quizá el más bello de todos, y que ha sido consagrado por el pueblo de Córdoba y Sucre como su himno regional, fue inspirado por una legendaria bailarina que recorrió pueblos, veredas y caseríos danzando infatigable durante días y noches seguidos al son de los fandangos. No tuvo par ni en el baile ni en el amor. Agotaba bailarines y velas y murió dramáticamente como los buenos personajes que hacen leyenda, por bañar con agua fría su cuerpo impregnado del calor de las velas y del fandango.
FUENTE:Boletín Cultural y Bibliográfico , Número 19, Volumen XXVI, 1989
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